Me gustaría reflexionar sobre esos tristes y olvidados espacios interiores que, comúnmente destinados a ser espacios servidores, la arquitectura, o más bien los arquitectos, no todos, los tratan como elementos aislados de un programa de necesidades que, si no fueran tales, intentarían obviarlos.
Y tanto es el maltratado destino que se les ha otorgado a estos lugares que, tristemente, los usuarios habituales de puntuales servicios, los ven de manera análoga a los que los distribuyen. Esas cuatro paredes oscuras y sombrías se han convertido a lo largo de los tiempos en piezas difícil de encajar en sucesivas reformas.
Sumémosle a este contexto 40, 50, o 60 años de historia, dentro de un parque edificado, más o menos especulativo, sobre el que, entrados en los años veinte del nuevo siglo, se quieren actuar para rehabitar. Y ahora, inmersos en este escenario, para terminar de imaginárnoslo, quitemos de la ecuación la formación y disposición critica ante tales encargos.
Esos lugares que son, fueron piezas engalanadas, en su mayoría, con la bisutería mas rentable y las ropas más apropiadas de la época. De órganos, huesos y pieles obsoletos, se presenta necesaria una severa operación de cirugía que no solo actúe sobre la epidermis, sino que se involucre en estratos más profundos.
La arquitectura, al servicio de la sociedad, no desde el diseño contemporáneo manido y banalizado, sino desde un punto crítico con nosotros mismos. Aportando nuevas perspectivas e involucrando nuevos agentes.
Con ese pensamiento ensayamos nuestro proyecto de reforma integral en #lacasamediatriz. Como si de un laboratorio macroscópico se tratara, desarrollamos el proyecto entorno a este elemento central y olvidado. Reduciendo la entropía irreducible, al situarlo como núcleo termodinámico ordenado de la vivienda.
Y ese espacio interior en el que nadie creía, y miraban con aires de superioridad, se erigió como eje central del hogar con un primitivismo contemporáneo implacable. Y la familia evolucionaba entorno a él. Y los espacios exteriores se preguntaban que hicieron mal, si ellos tenían ventanas. Y este les contestó, con la humildad que lo caracterizaba desde que nació, todos podemos ser, sólo hay que pararse a analizar adecuadamente. Y entonces nació la arquitectura.
Y el nuevo primitivo espacio interior, ya no era interior ni tampoco exterior, había alcanzado una nueva condición que los demás anhelaban únicamente volviendo al pasado, pero perteneciendo a otro tiempo.