Y ese espacio interior en el que nadie creía, y miraban con aires de superioridad, se erigió como eje central del hogar con un primitivismo contemporáneo implacable. Y la familia evolucionaba entorno a él. Y los espacios exteriores se preguntaban que hicieron mal, si ellos tenían ventanas.
Y este les contestó, con la humildad que lo caracterizaba desde que nació, todos podemos ser, sólo hay que pararse a analizar adecuadamente. Y entonces nació la arquitectura.
Y el nuevo primitivo espacio interior, ya no era interior ni tampoco exterior, había alcanzado una nueva condición que los demás anhelaban únicamente volviendo al pasado, pero perteneciendo a otro tiempo.