El emplazamiento de la casa nos sitúa en un paraje rural de Caravaca de la Cruz, donde es común encontrarnos con construcciones típicas para la explotación de fincas agrícolas. El objetivo es construir una casa amigable con el medio ambiente, integrada en el paisaje, con un impacto visual mínimo, y en consonancia con su entorno. Se huye de lo «habitual» para enfocarse en lo tradicional. 
Tomando como referencia el “cortijo”, una construcción típica del hábitat rural disperso de la zona meridional de España, la vivienda se desarrolla en torno a una serie de estancias independientes, y articuladas entre sí a través de patios y zonas exteriores.
Este proyecto busca la reinterpretación formal de la vivienda rural a dos aguas y así, evocar la sensación placentera que se produce al llegar al hogar. Derivado de ello, el perfil se muestra como una serie de volúmenes con cubiertas inclinadas a diferentes escalas.
En planta, la casa busca la independencia entre las zonas de día, donde el volumen predominante adquiere una escala social, y la zona de noche, compuesta por una serie de estancias cuya dimensión demuestra un carácter mas intimo y personal.
 Aquí, estos lugares adquieren distintos grados de relación con el exterior al encontrarse, todos ellos, vinculados a patios que actúan como filtro entre el espacio exterior ajardinado y el interior.
La vistas, el soleamiento y el control lumínico de cada espacio representan, como no podía ser de otra manera, un condicionante principal a la hora de redactar este proyecto.